martes, 23 de septiembre de 2014

ESTRÉS


Cuando una persona se encuentra ante la adversidad, se ve obligada a escoger, como estrategia general, entre una u otra de las dos posibilidades siguientes: afrontar la situación o huir y evitarla.



La decisión que tomará suele estar, en general, basada en la evaluación que haga de la situación, en la que se confrontan tanto las demandas impuestas por ésta como las capacidades y las posibilidades que el sujeto cree tener para poder afrontarla. Pero sea una u otra la decisión que tome, el organismo se activará tanto de forma física como psicológica, poniendo toda su energía a disposición de la consecución del objetivo. Y en el caso de que la dificultad persista largo tiempo y sea percibida como superior a las capacidades que el sujeto posee, sobreviene el estrés, se altera la homeostasis del individuo, rompiéndose su equilibrio interno, el organismo se desgasta y pueden empezar a aparecer los denominados síntomas del estrés:
                                                            
  1. Trastornos psicosomáticos: Palpitaciones, migrañas frecuentes, cansancio crónico, crisis de asma, trastornos gastrointestinales o úlceras, dolores cervicales, insomnio, hipertensión, alergias, diarreas....
  2. Trastornos comportamentales: absentismo, incremento de la agresividad, aislamiento social, incremento de la ingestión de alcohol y/o drogas, cambios bruscos en el humor, dificultad para relajarse, irritabilidad o lapsus de memoria.
  3. Trastornos emocionales: sentimiento de alienación, impaciencia, deseo de abandonar el trabajo, ansiedad, sentimiento de soledad, falta de concentración, sentimiento de impotencia o depresión, entre otros.
Las reacciones y estrategias de afrontamiento utilizadas ante el estrés han sido muy útiles para la especie humana en periodos ancestrales de su evolución. Sin embargo aunque en la actualidad las amenazas sean bastante menos cruciales, nuestro organismo continua reaccionando de la misma forma e incluso con la misma intensidad. Ciertamente, no es lo mismo tener que afrontar la amenaza de un león que hacer un examen en la universidad, pero la reacción psicofisiológica puede ser bastante similar.







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